Definir una política educativa para México, en el contexto de la
Segunda Guerra Mundial, como la registrada en el primer lustro de los
años 40 y de una lucha interna entre las diversas facciones gobernantes
del país, derivadas de las políticas revolucionarias del general Lázaro
Cárdenas, significó para el presidente Ávila Camacho y su secretario de
Educación, Jaime Torres Bodet, un verdadero reto a resolver.
La
política presidencial giró en torno a la unidad nacional de los
mexicanos para enfrentar la amenaza nazi-fascista de Alemania e Italia,
fomentando los ideales de la libertad, democracia y la paz mundial.
Correspondió
al doctor Jaime Torres Bodet, designado Secretario de Educación el 23
de diciembre de 1943, reconocido en el ámbito intelectual, artístico y
diplomático, poco conocido en el magisterio, no obstante que en su
juventud había sido Jefe de Bibliotecas de la Secretaría de Educación
durante el ministerio del licenciado José Vasconcelos, dirigir un
mensaje al pueblo de México, para dar a conocer su ideario y programa de
educación, centrando su discurso en la importancia del apoyo de los
maestros y de la nación entera, para hacer realidad el pensamiento del
presidente de la República.
El Secretario Torres Bodet expresó
"que estaba persuadido de que la consolidación de la independencia
política y económica de México descansa en la educación de todos sus
hijos… y que…las circunstancias históricas de nuestro tiempo exigen una
educación para la paz, para la democracia y para la justicia social".
Sin
hacer gran publicidad, el secretario Torres Bodet, propuso al
presidente Ávila Camacho una reforma al artículo tercero que establecía
la educación socialista, para que postulara el amor a la Patria, a la
conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la
justicia, además de desarrollar las facultades del ser humano.
La
nueva legislación reafirmaría los principios a favor de una educación
laica, gratuita y obligatoria, así como el carácter democrática,
nacional, manteniendo firmes los postulados de la lucha contra la
ignorancia y sus efectos, fundada en los principios de la ciencia, la
razón y el viejo anhelo pedagógico de una formación integral del
educando.
Para lograr el ideal educativo de la UNIDAD NACIONAL,
requería de un intenso programa de actividades en el aula, la escuela y
la comunidad.
El sistema educativo mexicano, requería de una
filosofía de la educación, que hiciera posible la formación de un
pensamiento social de los educandos y de los mexicanos en general, que
los cohesionara, que les diera identidad nacional, que fomentara el amor
por la patria.
Durante los años 40 el secretario Jaime Torres
Bodet, llevó a cabo una reforma a los planes y programas de estudios de
la educación primaria, secundaria y normal, por medio de los cuales se
enseñaba la historia de México, el civismo y los principios para una
convivencia de los mexicanos, en favor de la democracia, la justicia y
la paz internacional.
El principio de la unidad nacional, como
objetivo inmediato a lograr mediante los programas educativos, era un
propósito fundamental, de soporte a la política del gobierno de la
República, a favor de una posición pacifista.
Una de las
consecuencias esperadas durante la Segunda Guerra Mundial, que afectaron
también nuestro país, era la generación de un pensamiento a favor de
los países del eje formado por Alemania, Italia y Japón, cuya ideología
de sus gobiernos era el nazismo y el fascismo.
En este contexto, el gobierno mexicano se propuso educar para la libertad, la democracia, la justicia y la paz.
A
los niños y a los jóvenes se les inculcaban los valores cívicos, de
amor a la patria, a vivir en libertad y en la democracia, en un ambiente
de armonía interna y de paz mundial.
En el segundo período, como
secretario de Educación, el doctor Jaime Torres Bodet, se propuso una
reforma educativa por medio de la cual los estudiantes y maestros
reafirmaban su conocimiento de la historia de México, incluyendo los
principales acontecimientos del siglo XIX y siglo XX, así mismo, los
primordiales conflictos bélicos, revoluciones sociales y sistemas de
gobierno durante el siglo XX, todo lo cual explicaba las condiciones
políticas, económicas, sociales y culturales del mundo y de nuestro
país.
Otro aspecto relevante de esta reforma educativa, fue la
introducción de la enseñanza de las actividades tecnológicas en la
educación secundaria, para facilitar el desarrollo de aptitudes y
habilidades manuales de los estudiantes, aprendiendo así el manejo de
herramientas para la soldadura, mecánica, carpintería, costura y cocina,
entre otras.
El desarrollo integral de la personalidad del
adolescente, era posible mediante el aprendizaje de conocimientos
científicos, históricos, cívicos, del lenguaje, de manualidades y
educación física.
La formación de profesores de educación
primaria, se extendió a la preparación de educadores de adolescentes,
con la creación de las escuelas normales superiores públicas y privadas.
En
esta reforma educativa a la enseñanza secundaria del país, así como la
creación de la Escuela Normal Superior de Nuevo León, participó el
profesor Humberto Ramos Lozano, hoy Benemérito de la Educación del
Estado.
Hoy día, el país requiere de pensadores como Jaime Torres Bodet.
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