Los enfoques acerca de cómo y qué ciencia debe enseñarse en la
escuela han seguido, por más de cien años, un proceso muy dinámico, que retoma
de manera espiral posiciones y enfoques ; es decir, han habido etapas en las
que se pone el acento en la organización lógica de los contenidos buscando una
cultura científica amplia; otras, en las que se recalcan los aspectos de la
experimentación como proceso y fin del aprendizaje, y otras más en las que se
busca enseñar la ciencia como un medio de preparación para la vida industrial o
práctica (De Boer 1991).
Dentro de estos grandes enfoques u orientaciones ha estado
siempre presente el debate de la organización curricular y, sobre todo, de lo
que corresponde a quién debe definir el currículo. La propuesta tradicional de
la pedagogía ha sido que para la definición del currículo debe recurrirse a los
expertos en la ciencia, por su parte, la pedagogía debe intervenir en la
adecuación y/o facilitación de la enseñanza de estos contenidos dentro lo que
se ha denominado “el proceso didáctico” (Taba 1962). Este enfoque, a pesar de
múltiples esfuerzos por modificarlo, subyace a una gran variedad de propuestas
educativas y ha quedado arraigado en la comunidad de científicos y de
educadores.
Las formas en las que esta visión se traduce en el aula ha sido
descrita en numerosos trabajos y está caracterizada por una sobrevaloración de
la “pedagogía de transmisión” en forma de exposiciones magistrales, el
enciclopedismo, la repetición de ejercicios y conceptos, en la ostensión de
fenómenos por medio de la demostración y, sobre todo, en la habilidad que
desarrollan los alumnos para adaptarse a estas demandas de manera superficial.
Las consecuencias han sido, desde luego, la construcción de vías paralelas
entre el conocimiento escolar y las representaciones de los alumnos pero, sobre
todo, una visión de inutilidad y ausencia de inteligibilidad de la ciencia y de
su relación con la sociedad y la tecnología.
Los
enfoques curriculares centrados en habilidades, secuencias de contenidos y
etapas por alcanzar
La situación descrita, aunada a un especial interés de los
países desarrollados por impulsar la ciencia y la tecnología, fue motivo en las
décadas de los cincuenta y sesenta de lo que ha dado en denominarse “la primera
gran reforma educativa para la enseñanza de la ciencia” (Akker 1998). Esta
reforma tomó como marco epistemológico y psicológico, principalmente, las
investigaciones de Piaget. En esta reforma, se llevaron a cabo numerosos y
costosos esfuerzos para modificar la enseñanza de la ciencia. En primer
término, se desarrollaron propuestas curriculares y de enseñanza centradas en
aspectos como (a) la secuencia de los conceptos en términos del desarrollo
psicológico del estudiante, (b) el desarrollo de habilidades y competencias
necesarias para la comprensión de la ciencia, y (c) el desarrollo de actitudes
hacia la ciencia. Se revisaron los contenidos y se puso el acento en la
estructura de las disciplinas. Estos enfoques dieron como resultado numerosos
desarrollos y proyectos que se utilizaron en diversos países. Por ejemplo, en
los Estados Unidos, el Physical Science
Study Committee (PSSC), el Biological
Science Curriculumn Study (BSCS), y el Chemical
Educational Materials Study (CHEMS), y otros para la enseñanza básica como
el Elementary School Science (ESS).
En Inglaterra, destacan el Nuffield
Science Courses y el Science 5 – 13.
En América Latina, fue elaborado el Proyecto Piloto UNESCO como una adaptación
de las tendencias dominantes descritas. En muchos países, los proyectos
norteamericanos e ingleses fueron adoptados y traducidos con serias
deficiencias (por ejemplo, las guías para los profesores no se difundieron, los
materiales para las actividades experimentales, así como otros materiales de
apoyo, no llegaron a la mayoría de los profesores).
Todos esos proyectos, que implicaban una selección cuidadosa de
contenidos, actividades experimentales y materiales de apoyo, fueron
cuidadosamente elaborados con la intención de apoyar no sólo el desarrollo de
los conceptos en los estudiantes sino, sobre todo, de proporcionar una
introducción a la “metodología científica” o bien, apoyar la construcción de
etapas de desarrollo de estructuras cognitivas, habilidades o competencias. Los
resultados ahora plenamente identificados (Bybee and De Boer 1994) nos muestran
que estos proyectos entusiasmaron más a los científicos y a algunos profesores
que a los alumnos. Por ejemplo el PSSC
resultó, en la mayoría de los casos, incomprensible para los estudiantes, ya
que la mayoría de los supuestos en los que se basan la estructuración de los
conceptos y los referentes para dar contexto a los mismos, estaban muy lejos de
las representaciones conceptuales de los estudiantes y del proceso histórico de
constitución del conocimiento. Baste citar el caso del tratamiento del campo
eléctrico y el electrón (Cfr. Cap. 29: Energía y movimiento de las cargas en
campos eléctricos en Physical Science Study Committee 1962, pp 515-551).
Los resultados no sólo fueron insuficientes
para el desarrollo y comprensión de los conceptos científicos por parte de los
estudiantes, también lo fueron para las prácticas usuales de los profesores. En
un estudio de Harms y Yager (Harms and Yager 1981) se encuentra que (a) los
profesores continuaban teniendo como meta que los estudiantes resolvieran los
exámenes del nivel educativo siguiente, (b) que la enseñanza seguía dependiendo
fuertemente del libro de texto, y (c) que no mejoraron notablemente las actividades
experimentales, ni la indagación y otras formas de desarrollo y estímulo
intelectual.
Sin embargo, un análisis integral de esta reforma muestra que
ella tuvo implicaciones positivas importantes. Tal vez la más relevante es
haber puesto de manifiesto que el problema de la enseñanza de la ciencia es
mucho más complejo de lo que se había pensado, que no bastan los esfuerzos para
elaborar materiales educativos de apoyo y desarrollar programas de preparación
de profesores, sino que se requiere del desarrollo de investigación específica
sobre los diversos factores que intervienen los procesos de enseñanza y
aprendizaje de las ciencias. Esto dio origen al campo actual de la educación en
ciencias o didáctica de la ciencia, como se narra en el Capítulo 1 de este
documento.
Otros resultados positivos de la reforma son: (a) la
modernización de los contenidos de física y química, (b) la emergencia de la
biología como un campo coherente, (c) un interés renovado del uso del
laboratorio en la enseñanza, (d) la introducción de las ciencias en la escuela
elemental, y (e) un interés incipiente en la ciencia aplicada (Keeves and
Aikenhead 1995).
Además de lo anterior, es importante señalar que, a pesar de no
haber cambiado de manera significativa la práctica docente y de no haber
logrado un mejor aprendizaje de los conceptos científicos, las propuestas
desarrolladas bajo el enfoque de las habilidades y los estadios cognitivos
constituyeron un paso necesario e importante en la determinación de nuevos
enfoques y problemas que, actualmente, constituyen los paradigmas bajo los que
se enfrenta el problema de la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia.
Los enfoques curriculares centrados en el sujeto. La aproximación constructivista
En la aproximación actual –desarrollada a partir de los años
ochenta– se trasluce un cierto enfoque de posmodernidad (Marshall and Peters
1999), en el sentido de no contar con un discurso único e ideológicamente
acotado y que, por el contrario, se tiene cierto relativismo en cuanto a
concepción de ciencia y aprendizaje, y que el referente idiosincrásico es más
relevante.
Esta aproximación, definida por van der Akker (Akker 1998) como
“segunda ola de reforma”, es mucho más ambigua. Los grandes proyectos de la
reforma previa no se llevan a cabo y, por el contrario, hay la tendencia hacia
la diversidad de propuestas y de normativas de muy diversos alcances.
Dos grandes aproximaciones, no necesariamente
incompatibles, se encuentran subyacentes en la actual visión de reforma para la
enseñanza de la ciencia. Por un lado la “Cultura o alfabetización científica” y
por otro lado el enfoque “Ciencia, Tecnología y Sociedad” (CTS). La primera
resalta la preparación de los sujetos, como miembros de una determinada
sociedad, para la toma de decisiones por medio del conocimiento básico de la
ciencia, sus formas de aproximación y su quehacer. Por su parte, la
aproximación CTS pone el acento en la utilidad de las ciencias e incorpora una
visión integrada de ellas; estos aspectos, como se ha mencionado, estaban ausentes
en la reforma anterior centrada, principalmente, en los conceptos y la
metodología científica.
Los enfoques actuales están plasmados en
proyectos normativos como Science for All
Americans (American Association for the Advancement of Science 1997) y National Science Education Standards
(National Research Council 1996). En diversos países, tanto
desarrollados como en desarrollo, se han propuesto y llevado a cabo reformas.
Por ejemplo, la reforma llevada a cabo en España o la que se realizó en México
a partir de 1993 (Sánchez, Hernández, and Valdez 2001). En el caso de México,
si bien los avances han sido importantes, como se describirá más adelante, no
han sido profundos y aún están alejados de las corrientes internacionales en lo
que respecta a su implantación y ejecución.
La mayoría de los actuales desarrollos, surgidos a partir de la
década de los ochenta, están influidos de manera clara por el constructivismo.
Este enfoque educativo ha puesto de manifiesto que los desarrollos curriculares
no pueden hacerse únicamente desde la perspectiva de las disciplinas ni desde
la de las habilidades generales. El constructivismo, en sus diferentes
tendencias (centrado en el sujeto o en la colectividad), apunta hacia una
enseñanza más atenta de los procesos de construcción conceptual de los
estudiantes, pero también, hacia las transformaciones y enfoques de los
docentes (Flores F. and Gallegos 1997; Flores F. et al. 2000).
Los diferentes desarrollos actuales presentan aspectos
coincidentes, entre los cuales cabe destacar los siguientes:
·
Los estudiantes construyen, de
manera activa, su propio conocimiento.
·
La construcción del conocimiento
es compleja y requiere de diversas interacciones, materiales adecuados y apoyos
por parte del profesor.
·
El desarrollo de habilidades
cognitivas no es independiente de los conceptos ni de la estructura de los
mismos.
·
Las actividades experimentales y
el apoyo de otros medios contribuyen a la comprensión de los conceptos
científicos.
·
Es preferible concentrarse en
pocos conceptos que puedan comprenderse en profundidad, que tratar de abarcar
gran cantidad de conceptos que no se comprenden adecuadamente o no se
comprenden en absoluto.
·
La comprensión de los conceptos
científicos básicos es indispensable para poder tomar decisiones informadas a
cerca de los problemas sociales y tecnológicos.
·
El conocimiento del desarrollo
histórico de la ciencia y una visión integral de ésta contribuyen a la
comprensión de su estructura e importancia.
·
El desarrollo de actitudes y
valores permite justipreciar el papel de la ciencia en el desarrollo de la
humanidad.
Otros puntos de acuerdo conciernen a las
necesidades que deben ser atendidas para lograr mejores resultados en la
enseñanza de las ciencias:
·
Mejorar la formación docente.
·
Transformar la concepción de un
profesor “transmisor de conocimiento” por la de un profesor que guía la
construcción conceptual de sus alumnos.
·
Tomar más en cuenta la opinión de
los investigadores en enseñanza de la ciencia.
Si bien los aspectos apuntados no agotan lo que se ha analizado
y propuesto para la enseñanza de la ciencia en las últimas décadas, nos
presentan un panorama que da cuenta de las principales directrices que orientan
la reflexión en torno a las reformas curriculares, su pertinencia, su eficacia
y las posibles acciones que habrá que llevar a cabo para transformar y mejorar
el aprendizaje de la ciencia.
En la conformación de una propuesta de transformación curricular
intervienen múltiples factores, enfoques y, sobre todo, una visión futura de
los ciudadanos. Pero estas perspectivas e ideales, plasmados en nociones como
“alfabetización científica” o la propuesta CTS, requieren, para su concreción
como propuesta educativa, de una concepción de aprendizaje. Esta concepción ha
partido, sin duda alguna, del enfoque constructivista, pero se ha concretizado
a partir de las contribuciones de la investigación educativa de los últimos
veinte años. En particular, han sido importantes la introducción de conceptos
didácticos como el de “cambio conceptual”, orientado a la transformación de
ideas previas o concepciones alternativas de los alumnos, o bien, el de
desarrollo de habilidades y procesos conceptuales, que permite una mejor
representación de los conceptos abstractos y sus relaciones. Estos resultados
han influido, de manera notable, en las propuestas específicas de enseñanza y
se han constituido, así, en un elemento que debe tomarse en cuenta siempre que
se emprendan los cambios o reformas curriculares (Flores F. 2001) (Macedo and
Katzkowicz 2001). También se ha empezado a considerar el término “cambio
cognitivo” para enfatizar la necesidad de cambios conceptuales, actitudinales y
valorales (Nieda and Macedo 1998)
Las “ideas previas” han proporcionado conocimiento acerca de las
concepciones con las que los estudiantes de ciencias se enfrentan al
aprendizaje de los conocimientos científicos. Han puesto de manifiesto que
dicho aprendizaje lleva implícito un problema de construcción y transformación
conceptual, y han colocado al sujeto que aprende en el eje de los procesos de
enseñanza y de aprendizaje. Así, el reconocimiento del papel activo que las
concepciones de los estudiantes tienen en el aprendizaje de los conceptos
científicos ha influido de manera significativa en el replanteamiento y la
comprensión de problemas de diversa índole –conceptual, didáctica, curricular,
de evaluación, de formación docente, de género, etc. – que se presentan en el
aprendizaje y la enseñanza de las ciencias.
En el campo de la investigación, las ideas
previas han sugerido nuevos enfoques en torno al aprendizaje –como el cambio
conceptual ya mencionado- y han despertado el interés por analizar las
correspondencias entre la historia de la ciencia y las concepciones de los
estudiantes. Las ideas previas del estudiante son un factor importante para la
construcción de modelos representacionales, tanto de corte cognoscitivo como
epistemológico; así como para el estudio de diferencias culturales y de género.
Adicionalmente, los estudios sobre las
ideas previas de los estudiantes han contribuido a transformar las clases de
ciencias. Sin embargo, estos resultados han llegado a los profesores de manera
limitada, básicamente a través de textos de investigación que ejemplifican las
ideas previas y otros tópicos de la enseñanza de la ciencia. Algunos ejemplos
de estos textos son Driver, Guesne & Tiberghien (Driver, Guesne, and
Tiberghien 1989), Glynn y Duit (Glynn and Duit 1995), Pozo, Gómez Crespo, Limón
y Sanz Serrano (Pozo et al. 1991), Fensham, Gusntone y White (Fensham,
Gunstone, and White 1994), Wandersee, Mintzes y Novak (Wandersee, Mintzes, and
Novak 1994). Esto implica que es necesario hacer un mayor esfuerzo para que los
profesores conozcan las ideas previas de sus estudiantes y, sobre todo, que
cuenten con directrices que les permitan tomarlas en cuenta.
El enfoque constructivista y el
conocimiento de las ideas previas han dado lugar a diversos campos de
investigación. El campo, sin duda más importante, es el del cambio o
transformación conceptual que se ha convertido en el centro de la nueva
conceptualización de aprendizaje. Algunos otros de estos campos son: el papel
de la historia de la ciencia en su enseñanza y las condiciones contextuales en
la construcción de los modelos conceptuales.
En cuanto al cambio conceptual, se han
desarrollado diversos enfoques y aproximaciones cuyos resultados se ven
reflejados en diversas propuestas de intervención en aula. Tiene sustento en la
epistemología de la ciencia contemporánea –principalmente en Kuhn (Kuhn 1986) y
Lakatos (Lakatos 1982)– y han generado una importante corriente que ha influido
otros campos educativos.
Entre los diversos enfoques con los que
se ha abordado el cambio conceptual puede mencionarse, desde luego, el
epistemológico (Strike and Posner 1985), el de las ciencias cognoscitivas (Chi
M 1992), el enfoque histórico de la construcción del conocimiento por los
científicos (Nersessian 1992) y también, desde la construcción de modelos,
(Ogborn 1985) y (Flores F. and Gallegos 1998).
Otro campo de estudio es el de historia
y enseñanza de la ciencia. El análisis de los procesos históricos ha recibido
especial atención, desde la identificación de las ideas previas de los
estudiantes con las que aparecieron en algún momento histórico (Clement J.
1983), hasta el análisis, por medio de modelos, de la evolución de los
conceptos científicos y las correlaciones posibles con el desarrollo de ese
concepto en los estudiantes (Gallegos 1998).
Las condiciones del contexto en el
aprendizaje de la ciencia han sido menos exploradas, sin embargo, se ha puesto
de manifiesto la importancia del contexto físico y del contexto sobre el que se
investiga al alumno y ha mostrado que ambos tipos de contextos tienen
influencia en la construcción de las ideas previas y en su transformación
(Clough and Driver 1986).
Por lo que toca a los modelos
conceptuales, con ellos se pretende construir representaciones de los procesos
posibles que los sujetos elaboran para dar coherencia a sus marcos
conceptuales, e interpretar los fenómenos naturales. Para la construcción de
los modelos también se han desarrollado diversos enfoques. Por ejemplo,
aquellos centrados en los modelos operatorios (Larkin 1983); los que establecen
estados evolutivos (Ogborn 1985); los que toman como base el análisis
epistemológico de la construcción de teorías (Tiberghien 1994), o los que,
además de los aspectos epistemológicos y estructurales, muestran un formalismo
que permite clasificar y hacer inferencias con las ideas previas (DiSessa 1993)
y (Flores F. and Gallegos 1998).
Además de las investigaciones como las
descritas, otros aspectos como la solución de problemas, las diferencias entre
expertos y novatos, y la influencia de los programas de computación y otros
medios tecnológicos en la enseñanza de la ciencia, son algunas de las líneas en
las que también se investiga en este campo (Korfiatis, Papatheodorou, and
Stamou 1999 y Kirschner and Huisman 1998).
Lo descrito anteriormente da cuenta de las reformas curriculares
en enseñanza de la ciencia que se han propuesto a nivel internacional y,
también, presenta un panorama de los principales temas y enfoques en torno a la
construcción de conocimiento y problemas de aprendizaje que subyacen a estas
reformas y criterios para las reformas. Con este panorama se llevó a cabo la
reunión –que da origen a este documento– para analizar cómo se presenta el
panorama actual de la enseñanza de la ciencia en países latinoamericanos y en
especial en México. En los apartados siguientes se describen los problemas
encontrados, las perspectivas propuestas para mejorar esta situación y un conjunto
de consideraciones a la luz de la situación internacional, que pretendemos que
orienten futuras reformas curriculares y cambios en la práctica docente.
Problemas Detectados
Los principales problemas en torno a la enseñanza de la ciencia
en la secundaria, discutidos en el seno del Seminario, están en correspondencia
con los que han sido detectados en las experiencias internacionales ya
descritas. Sin embargo, a pesar de esta correspondencia, se identificaron
algunas particularidades de la región latinoamericana y, en especial, de
México. Algunos de ellos se refieren al ciclo secundario en general (véase por
ejemplo, Quiroz 2001 y Sandoval 2000), y otros más son específicos de la
enseñanza de las ciencias.
Problemas generales de ubicación y sentido de la escuela secundaria y de su relación con la sociedad
La secundaria es un ciclo escolar que se presenta con ambigüedades y que, por consiguiente, requiere de una redefinición
Al respecto, se ha expresado la dualidad que actualmente se
presenta en la secundaria como ciclo propedéutico y como ciclo terminal. El
acento se ha puesto, tradicionalmente, en el aspecto propedéutico, por lo que
la organización de los contenidos y de las materias o asignaturas tiene la
clara finalidad de preparar al estudiante para el ciclo siguiente, ignorando la
realidad educativa del país. Sin embargo, dada la incorporación de este ciclo a
la enseñanza básica obligatoria, por un lado, y, por otro, los cambios
producidos en la sociedad globalizada llevan a hacer inadecuada esta visión.
Por ello se plantea que la secundaria tenga una definición en sí misma, que
tome en cuenta el desarrollo conceptual e integral del estudiante de estas
edades, con una conceptualización propia que tienda a resolver los conflictos
cognitivos que se le presentan.
La evolución de la secundaria no corresponde a la que ha tenido la sociedad
Cada vez se hace más evidente que los estudiantes del ciclo
secundario se encuentran menos satisfechos con lo que éste les ofrece. La gran
cantidad de contenidos que tienen que memorizar y la desvinculación que
encuentran de los mismos con su entorno, les hace expresar un sentimiento de
frustración. Por otro lado, el esfuerzo dedicado a la preparación para el ciclo
educativo siguiente tampoco muestra el resultado esperado, como se infiere de
la constante queja de los profesores del bachillerato. Además, las demandas de
una sociedad más informada, que prepare para el aprendizaje continuo y para la
toma de decisiones, se encuentran muy lejos de la respuesta que la secundaria
ofrece y que es, prácticamente, la misma que ha ofrecido durante décadas.
Valoración negativa de los estudiantes de su paso por la escuela secundaria
Estrechamente relacionado con lo anterior, los estudiantes de
secundaria denotan en sus expresiones en torno a su paso por la escuela
secundaria, un sentido de pérdida de tiempo, de incomprensión y de poca
utilidad. Estas expresiones no sólo muestran cómo los estudiantes valoran la
secundaria, sino que se transfieren al resto de la sociedad, incluyendo tanto a
los estudiantes próximos a ingresar como a sectores relacionados con las
fuentes de trabajo, dejando así la sensación de ser un ciclo educativo perdido.
Articulación inadecuada entre la escuela primaria y la secundaria
Parte de la valoración negativa de los estudiantes de la
secundaria tiene que ver con el cambio –y expectativas no cubiertas– cuando los
alumnos pasan de la escuela primaria a la secundaria. El cambio –en el número
de profesores, en la organización escolar, en la relación maestro-alumno, y en
la forma en la que plantea la enseñanza- no resulta benéfico para el desarrollo
conceptual ni el psicológico de los estudiantes. Entre los factores que es
necesario revisar se encuentran al menos cinco: el burocrático, el social, el
curricular, el pedagógico y el del seguimiento del aprendizaje (Chapman 2001).
Altas tasas de repetición y abandono
En Latinoamérica, se tiene todavía un número grande de
estudiantes repetidores o que abandonan la secundaria a pesar de que, en la
mayoría de los países, éste es un ciclo obligatorio. Desde luego, este abandono
está relacionado con problemas muy diversos de índole socioeconómica, pero
también con la ineficiencia y poca atención que se presta a los adolescentes y,
la insuficiente importancia que se ha dado a la secundaria en el sistema
educativo nacional.
Equidad y diversidad
La escuela secundaria es un sistema complejo tanto en términos
administrativos, económicos y sociales, como de control de calidad. Los
estudiantes de zonas económicamente deprimidas y de zonas rurales, en general,
enfrentan deficiencias en recursos y calidad de la enseñanza en su entorno. Las
escuelas tienen condiciones materiales deficientes y los profesores no siempre
están bien preparados. Esto lleva a desigualdades importantes en la formación
de estos adolescentes, en clara desventaja con los estudiantes de las zonas más
favorecidas y que se manifiesta al egresar e intentar insertarse en el mundo
laboral o bien para continuar estudios superiores.
Por otro lado, la normatividad y control ejercidos por las
entidades gubernamentales encargadas de la educación no favorecen, en general,
la atención a la diversidad en las distintas regiones y zonas del país. Esto
tiene como consecuencias que, lejos de aprovecharse la riqueza de las
diferencias culturales, éstas se traducen en la falta de ubicación de los
alumnos en su entorno.
La secundaria no ha sido efectiva en formar ciudadanos informados y críticos
Uno de los mayores reclamos hacia la escuela secundaria,
concebida como ciclo terminal, es su fracaso para formar ciudadanos informados
y críticos capaces de interpretar su realidad y actuar de manera responsable e
informada frente a ella. Este reclamo, legítimo sin duda, tiene que precisarse
y acotarse en función de la definición del ciclo en términos de propósitos,
posibilidades y organización.
Problemas relacionados con la concepción de ciencia desarrollo de la ciencia y tecnología
Concepción de ciencia y del quehacer científico alejada de la realidad
A pesar del reconocimiento que, desde hace tiempo, se ha hecho
de la necesidad de cambiar la imagen que de la ciencia y del quehacer
científico tiene la sociedad en general y, en especial los estudiantes de
educación básica y media, ésta no ha cambiado. En buena medida, esto se debe a
que la enseñanza de la ciencia en la secundaria, centrada en la información, no
ha contribuido a cambiar esta percepción. En los currículos no se da espacio
para promover la reflexión en torno al papel que la ciencia ha desempeñado en
la humanidad y cómo ha influido en los cambios que en ella han ocurrido.
Tampoco se muestra el proceder de la ciencia y no se fomenta el contacto con la
comunidad científica.
Desvinculación entre ciencia y tecnología
La preparación de los profesores, los contenidos de los
programas y la organización escolar no promueven que los conceptos de ciencia
se relacionen con la tecnología. La exposición centrada en conceptos y
ejercicios rutinarios obstaculiza la solución de problemas de corte
experimental o aplicado, así como el análisis y la discusión de problemas
tecnológicos del entorno del estudiante. Tampoco se promueve la discusión sobre
el papel de la tecnología en la sociedad actual ni en su desarrollo histórico.
Inadecuada o nula incorporación de la historia de la ciencia
Aunque ha habido ciertos esfuerzos por incorporar una visión del
desarrollo histórico de la ciencia estrechamente vinculado al desarrollo de la
humanidad, éstos no han tenido los efectos esperados. El fracaso se debe, en
buena medida, a que en estos esfuerzos –plasmados en programas de estudio,
libros de textos y otros apoyos educativos-, predomina una visión anecdótica y
cronológica de la historia, que desvincula el desarrollo de los distintos
conceptos, y que no promueve el análisis de los cambios conceptuales y de la
evolución del conocimiento en cada una de las ciencias.
Los valores y las relaciones CTS presentan confusiones y ambigüedades
El tema de los valores ha sido poco explorado y, aunque hay en
las perspectivas de las reformas curriculares la explícita intención de abordarlo,
no hay una directriz clara de cómo hacerlo. Usualmente es sólo una
recomendación que se hace a los profesores, pero sin que se desarrollen
materiales ni estrategias que él pueda tomar como referente. En cuanto a las
relaciones CTS la situación es similar, si bien el esfuerzo en este rubro ha
sido mayor. Uno de los aspectos problemáticos es la “artificialidad” con la
cuál se intentan establecer las relaciones entre los conocimientos básicos de
las disciplinas científicas y los desarrollos tecnológicos, los problemas que
resuelven y las perspectivas sociales. Este es un campo que conceptualmente
debe redefinirse.
La ciencia no se ha insertado en la concepción de cultura
En México y otros países de Latinoamérica, el término “cultura”
tiene una marcada inclinación hacia lo literario, lo histórico y lo artístico.
Esta percepción no es modificada por la escuela secundaria. Es necesario que la
ciencia se incorpore a la concepción social de cultura, que se comprenda como
parte del desarrollo de la humanidad y que se entienda que los conocimientos
básicos de la ciencia forman parte del acervo cultural de una sociedad
informada, capaz de tomar decisiones.
Problemas relacionados con la operación de los programas y las formas de enseñanza
Interpretación parcial o inadecuada del constructivismo
En la enseñanza de las ciencias, el enfoque constructivista se
ha convertido en la opción pedagógica más viable, capaz de lograr una
transformación radical en la comprensión de los conceptos científicos. Sin
embargo, a pesar de este reconocimiento, tanto los desarrollos y programas
curriculares, como la práctica docente están lejos de alcanzar el ideal del
enfoque. En los programas el enfoque constructivista aparece como declaración
de principios y recomendaciones, sin embargo, éstos desaparecen en el momento
de operacionalizar el programa. Por otro lado, los profesores convencidos de la
necesidad del cambio no encuentran los apoyos necesarios (teóricos o prácticos)
para llevar al aula el enfoque, se sienten solos y se desaniman. En muchos
otros casos, la comprensión del enfoque es parcial o deformada, y se confunden
a menudo las técnicas de dinámica de grupos con el constructivismo.
Programas enciclopédicos
Los programas centrados en una visión disciplinaria, que exige
una articulación progresiva de los conceptos, continúa siendo la tendencia
dominante para la estructuración de los contenidos. Así, a pesar de las
intenciones de cambio en las reformas educativas, sigue estando presente una
gran cantidad de los contenidos que responden a la lógica de la disciplina
misma y no a la lógica de su enseñanza. Adicionalmente, la evaluación y la
supervisión de las clases siguen estando centradas en la revisión exhaustiva de
los contenidos.
Currículo único sin flexibilidad
Esta no es una regla de todos los países pero resalta en el
diagnóstico que se hace para México. Los programas para la educación básica son
universales, obligatorios y totalmente determinados. De esta manera, el
profesor tiene pocas posibilidades de ajustarlo, adecuarlo o hacer alguna
modificación en función de los requerimientos de sus alumnos.
Prevalece la enseñanza tradicional
La enseñanza que privilegia la memorización y la resolución de
ejercicios rutinarios continúa siendo dominante en la mayoría de las escuelas.
Esto se explica por varias razones, algunas de ellas tienen que ver con la
inadecuada formación inicial y permanente del docente, con las reformas
curriculares incompletas e insuficientes, con la escasez de alternativas al
alcance de los profesores y, desde luego, con la complejidad de transformar las
prácticas de enseñanza ligadas a la concepciones ingenuas del aprendizaje.
Organización por asignaturas y falta de integración
El tema de la organización de los contenidos por asignatura, si
bien ha sido discutido ampliamente, todavía no ha alcanzado un consenso. Por un
lado, es clara la conveniencia de que los alumnos conciban la ciencia como un
cuerpo de conocimientos interrelacionados que se integran para dar solución a
problemas científicos y tecnológicos; pero, por el otro lado, no son menores
las dificultades para lograr la integración de los conceptos básicos de las
disciplinas científicas. Adicionalmente, hay que tomar en cuenta las
experiencias internacionales en buscar esa integración en donde hay ejemplos de
éxitos y fracasos en las dos direcciones. Finalmente se puede apuntar éste como
uno de los temas de debate e investigación que es necesario profundizar para
redefinir la escuela secundaria.
Uso del libro de texto como elemento guía para la clase
El libro de texto es, para la mayoría de los profesores, la
fuente única de conocimiento y de enseñanza. El libro de texto, tal como se
utiliza en la mayoría de las aulas, constituye la base para la manera en la que
el profesor organiza su clase, elige problemas y actividades, y privilegia
cierto tipo de explicaciones. Esta práctica da cuenta de la poca penetración
que han tenido las reformas educativas que intentan modificar las prácticas
docentes con materiales diversos, lineamientos y sugerencias sobre la enseñanza
e incorporación de nuevas tecnologías.
Instrumentos de evaluación inadecuados
El problema de la evaluación del aprendizaje presenta cierta
confusión debido a su doble propósito. Por un lado, la evaluación responde a
las necesidades de certificación de un curso, de un grado o de un ciclo escolar
dentro del sistema educativo; esto requiere de una evaluación objetiva,
susceptible de aplicarse masivamente en condiciones institucionales
controladas; éste tipo de evaluación, en general, propicia una visión tradicional
de la educación que promueve la memorización y el enciclopedismo; a él
pertenecen los exámenes a los que se someten los alumnos que pretenden ingresar
a estudios del nivel inmediato superior.
Por otro lado, la evaluación llamada formativa, tiene el
propósito de proporcionar información, tanto al profesor como al alumno, sobre
los avances en el aprendizaje y en el desarrollo conceptual individual y
colectivo, sobre las dificultades en las actividades propuestas, y sobre
problemas conceptuales o de estructuración. Este tipo de evaluación requiere de
una apreciación subjetiva del profesor, basada en la observación continua del
desempeño individual y del grupo, que le permita tomar decisiones a lo largo de
una sesión o de un periodo escolar.
Tradicionalmente, se han tratado de resolver los dos
requerimientos mediante una misma evaluación, lo que ha reforzado la tendencia
hacia la enseñanza enciclopédica y memorística.
Contenidos por sobre cualquier otro tipo de desarrollo
Relacionado con los problemas mencionados acerca de los
contenidos, se encuentra el énfasis casi exclusivo que se tiene en la educación
secundaria por atender el desarrollo de los contenidos. Esto provoca que otro
tipo de desarrollos cognoscitivos –como la habilidad para establecer representaciones
fenomenológicas, la de relacionar los conceptos científicos con explicaciones
de fenómenos cotidianos, la reflexión sobre sus propias concepciones, por
mencionar algunos- sean completamente desatendidos.
No se prepara para la continuidad del aprendizaje
Tal vez uno de los problemas más complejos que tiene que
resolver la escuela secundaria sea el de desarrollar, en los alumnos,
actitudes, hábitos y procesos que les permitan llevar a cabo un continuo
aprendizaje. La escuela debe mostrar y proveer de las formas más eficientes
para que una persona se involucre en la construcción de su propio conocimiento,
que le permita enfrentar nuevas situaciones, escolares o no, que demanden una
respuesta racional e informada.
Inadecuada preparación docente
Aunque este tema tiene un capítulo aparte en este libro, no deja
de ser importante señalar que entre los principales problemas analizados en
torno al currículo y la enseñanza, la formación inadecuada de los profesores
para llevar a cabo una reforma educativa es uno de los más importantes. Los
profesores son el factor determinante para la enseñanza y por consiguiente
deben, en buena medida, ser el centro de atención para cualquier transformación
curricular.
Perspectivas
En este apartado se presentan los resultados del análisis y de
la discusión de los documentos de trabajo del Seminario. La intención es dar
una posible solución a los principales problemas apuntados en la sección
precedente, aunque hay que señalar que no todos se trataron con la misma profundidad
o fueron abordados con propuestas de solución. Se procederá abordando primero
los aspectos generales para después ir hacia las propuestas más específicas.
Redefinir la enseñanza de las ciencias en secundaria
Esta es una de las acciones que fue planteada de manera urgente.
El reconocimiento de que la secundaria no cumple con el papel que requiere la
sociedad actual, como ya fue expuesto, es uno de los principales retos por
resolver. Entre las principales orientaciones que se propusieron se encuentran:
·
Plantear la secundaria como un fin
en sí mismo. Este enunciado se traduce en dejar de concebir la secundaria como
una fase preparatoria del bachillerato o de estudios superiores.
·
Los estudiantes, al salir de la
secundaria, deben ser ciudadanos que puedan tomar decisiones informadas, con
valores y principios que contribuyan al mejoramiento de la sociedad.
·
La secundaria debe abrir el camino
para el aprendizaje continuo, el aprendizaje a lo largo de la vida, ya sea
escolarizado o no escolarizado.
·
La secundaria debe contribuir a
insertar la ciencia en el concepto de cultura.
·
La secundaria debe contribuir al
desarrollo de una actitud crítica y analítica frente a las relaciones CTS.
La redefinición del ciclo, con las características descritas,
plantea una serie de retos para una reforma educativa. Quizás el mayor de ellos
sea el de lograr una transformación profunda en la sociedad que incluya las
concepciones del aprendizaje y los fines mismos de la educación. La
transformación de la escuela secundaria deberá entonces tomar directrices
específicas, basadas en la investigación y el análisis de los distintos
aspectos involucrados, con la capacidad de corrección del proceso en función de
posibles cambios sociales.
Redefinir el currículo
La redefinición del currículo se ha visto siempre como el centro
de una reforma educativa. En nuestro caso, muchos de los problemas detectados
en la enseñanza de las ciencias son imputables a la actual selección y
organización de los contenidos de enseñanza. Este hecho hace apremiante una
redefinición curricular que tome en cuenta, por un lado, la necesidad de
reducir contenidos y flexibilizar el programa y, por otro lado, el imperativo
de propiciar el desarrollo de procesos cognitivos. Entre las principales
directrices que se apuntaron en el Seminario se encuentran las siguientes.
Un currículo centrado en el alumno
Esta
consideración tiene muchos aspectos que deben tomarse en cuenta. Por una parte,
indica que toda propuesta debe partir de las posibilidades de interpretación y
conceptualización del estudiante y, por la otra, que debe coadyuvar al
desarrollo de sus habilidades de razonamiento y de creatividad que ponga en
relación conocimiento y vida cotidiana. La única vía que se nos ofrece para
alcanzar este doble propósito, es la investigación educativa, dirigida, por
ejemplo, a la detección y explicación de ideas previas, de problemas de
representación o interpretación, o al desarrollo de habilidades cognitivas y
metacognitivas en la resolución de problemas.
En otro
plano se encuentran los intereses propios de los adolescentes, sus necesidades
de aceptación e integración a un grupo social, y su interés de ser partícipes
en la solución de problemas que atañen a su entorno inmediato. El adolescente
siente también la necesidad de definir su papel presente y futuro ante la
sociedad. Un currículo centrado en el alumno debe tener en cuenta también este
plano.
Otro
elemento que debe ser considerado al tomar como eje el alumno en la definición
curricular es la heterogeneidad de los estudiantes, que se manifiesta en sus
diferentes niveles de comprensión, representación, intereses sociales, y
habilidades específicas.
Un currículo diseñado con la participación de los docentes
El maestro
tiene una responsabilidad mayor en la construcción del conocimiento de sus
alumnos: debe ser capaz de identificar las características individuales y las
colectivas del grupo, debe poder diseñar y proponer actividades adecuadas en
función de los objetivos de enseñanza y de las peculiaridades de sus alumnos,
debe permitir la discusión abierta de las ideas y las soluciones creativas,
debe estar atento a los intereses y motivaciones del adolescente. Por ello, su
participación en el diseño curricular no sólo es pertinente sino necesaria.
Hay que
reconocer que en reformas curriculares anteriores, en mayor o menor grado, se
ha buscado la participación de los profesores. Sin embargo, esta participación
ha sido más demagógica que efectiva. La contribución del profesorado en una
reforma curricular, se debe dar en función de su experiencia en el aula,
mediada por un proceso de reflexión y metacognición. La participación del
docente requiere de una toma de conciencia de su propio quehacer, de los fines
de la educación, del papel que juegan los contenidos, los materiales y métodos
en la consecución de esos fines, y de las posibilidades reales de lograrlos.
Un currículo sustentado en los resultados de la investigación
El campo de la investigación en enseñanza de la ciencia se ha consolidado
de manera significativa por lo que, actualmente, los investigadores están en
condiciones de aportar elementos sólidos para las reformas curriculares. Como
se ha mencionado, un currículo centrado en el estudiante requiere tanto del
conocimiento de los contenidos básicos de la ciencia, como del conocimiento del
joven que está aprendiendo.
Un currículo flexible
En el análisis que se ha venido haciendo en los últimos años,
resalta la necesidad de construir un currículo que pueda adaptarse a diversas
necesidades y condiciones del entorno del estudiante, tanto regional, escolar y
del salón de clase. En cuanto al aspecto regional, la flexibilidad debe
contemplar la posibilidad de profundizar en el estudio de las condiciones
locales, tanto naturales como sociales y tecnológicas. En el ámbito escolar,
deberán tomarse en cuenta las condiciones de infraestructura, de ubicación así
como de población específica. Por lo que toca al aula, la flexibilidad deberá
estar en el tipo de decisiones, que un cierto tema puede requerir para que sea
bien comprendido o la adaptación de ciertos materiales y apoyos educativos. Se
debe recalcar que un currículo flexible no significa un currículo abierto; se
reconoce la conveniencia de contar con una norma nacional y con la
determinación de estándares que deben ser alcanzados por todos los estudiantes
del país, sin embargo, es necesario dar cabida a las necesidades e intereses
más próximos al estudiante.
Menos contenidos y mayor profundidad
En todas las reformas que se han llevado a cabo a partir de los
años ochenta, se ha llegado a la conclusión de que debe reducirse el número de
contenidos y buscar que los que se determinen como fundamentales sean abordados
con la profundidad necesaria para su comprensión por parte de los estudiantes.
Esta propuesta, sin embargo, no está exenta de dificultades. No hay un claro
consenso –ni entre los científicos, ni entre los maestros de ciencias- en
cuáles deben ser los contenidos mínimos, que implican la mayor profundidad
dentro cierto nivel educativo. Aun si se toma como elemento principal de la estructuración
curricular los problemas conceptuales que presentan los estudiantes, y los
conceptos que mejor pueden vincularlos en un cierto entorno CTS, la decisión
sobre cuáles contenidos incluir y cuales no, es compleja y difícil. Sin
embargo, es uno de los aspectos que no pueden omitirse para lograr una
formación científica sólida y adecuada y que prepare a los estudiantes para el
aprendizaje después de haber cursado la secundaria.
Un currículum que no escape a la estructura de la ciencia
En un afán excesivo por reducir contenidos escolares, se puede
correr el riesgo de desarticular los conceptos de manera tal que se diluya la
estructura de las teorías científicas; esto también tendría consecuencias
negativas para el aprendizaje. La ciencia no puede desligar los conceptos de su
lenguaje y estructura. No tomarlo en cuenta dejaría al currículo más cercano a
la divulgación que a la educación.
Una visión integral de las ciencias
Como en el caso de la reducción de contenidos, la búsqueda de la
integración de los mismos en las diversas asignaturas del currículo de
secundaria ha sido una propuesta constante. Para ello, se han llevado a cabo
numerosas experiencias donde se muestra cierto éxito en la integración de
algunos conceptos. Sin embargo, la experiencia de la década de los setenta en
varios países mostró que no es simple llevar la integración a un nivel amplio,
como el de un ciclo educativo. Las dificultades son intrínsecas a los propios
conceptos científicos y a la preparación docente, que exige un profesor con muy
amplios y sólidos conocimientos de diversas ciencias.
El desarrollo de habilidades, actitudes y valores
Otro de los aspectos que alcanzan un consenso casi universal se
refiere a la demanda de que el currículum de ciencias contribuya, de manera significativa,
al desarrollo de habilidades cognitivas, y a la construcción de valores y
actitudes en torno a la ciencia, la tecnología y sus implicaciones para la
sociedad.
En cuanto al desarrollo de habilidades cognoscitivas, debe
tomarse en cuenta que éstas no están desligadas de los contenidos, y que los
procesos de transferencia no son automáticos, es decir, que no por que se han
logrado algunas habilidades en cierto tipo de conceptos, éstas serán
trasladadas a otros, de otro (o del mismo) campo científico.
Vinculaciones ciencia – técnica – sociedad (CTS)
Uno de los problemas de los currículos de secundaria es que se
han centrado exclusivamente en la estructura interna de las disciplinas y no
han logrado establecer vínculos con otros aspectos de la vida contemporánea,
como son la tecnología y los procesos y problemas sociales. Una justa dimensión
de lo que es y ha sido la ciencia en la humanidad exige que esta vinculación se
dé y forme parte de la cultura básica.
Incorporar la historia y cambiar la visión de ciencia
La ciencia tiene para la sociedad en general una visión bastante
alejada de la realidad. Es necesario que en la formación secundaria esta
perspectiva cambie. Por un lado, mediante la vinculación CTS, pero también con
una presentación de la ciencia que haga notar su desarrollo histórico. Esto
permitirá que el profesor y los alumnos encuentren en la historia de la ciencia
un parámetro de comparación entre las ideas de los alumnos, así como un
elemento que contribuya a la comprensión de los conceptos. La historia de la
ciencia y la visión contemporánea de la construcción del conocimiento
científico permitirá que los estudiantes de secundaria encuentren una ciencia
más ligada al sujeto y a la sociedad.
Diversidad de medios e incorporación de nuevas tecnologías
Para llevar a cabo las diversas perspectivas que se plantean en
este rubro, se requiere también de una transformación en los medios usuales de
enseñanza. Ello implica utilizar nuevas herramientas, como son el uso de
programas simuladores, de interfases, de nuevas tecnologías de información y
comunicación (TIC), como la televisión y el Internet. Estos medios son,
actualmente, elementos importantes de apoyo a la construcción de los conceptos
científicos, porque presentan ventajas en cantidad de información, tiempo de
procesamiento de datos, y representación visual que deben ser aprovechados. Sin
embargo, se debe cuidar que estos medios no determinen los procesos de
enseñanza, en tanto que no sean accesibles a toda la población.
Incorporar nuevas formas de evaluación
Toda transformación curricular lleva implícita la modificación
de las formas y los objetivos de evaluación. Desde las perspectivas que se han
apuntado, la evaluación centrada en la evocación de contenidos y en la solución
de problemas de papel y lápiz correspondientes a ejercicios de “aplicación”
debe ser modificada de manera importante. La incorporación en la evaluación de
la transformación conceptual, del desarrollo de habilidades, de trabajo
colaborativo, de la solución de problemas abiertos y vinculados a relaciones
con otros entornos extraescolares, deberán promover nuevos procesos e
instrumentos de evaluación.
Cambios administrativos
Aunque sólo fue mencionado de manera complementaria en las
discusiones, es necesario enfatizar que paralelamente a la estructuración de un
currículum que intente resolver los problemas detectados, deberán llevarse a
cabo cambios en los procesos administrativos o de gestión. En este caso, se
hizo mención a diversos factores que van desde los salarios de los profesores
que deberán hacerse corresponder con la profesionalización que la enseñanza
implica, hasta los procesos de supervisión y de apoyo e infraestructura
escolar.
Los factores que aquí se han presentado indican cuáles deberán
ser las directrices para llevar a cabo un cambio curricular que incida en la
transformación de las formas de enseñanza y que, consecuentemente, lleve a una
formación científica más sólida, más integrada a la sociedad y que le permita
al estudiante desarrollar un proceso de aprendizaje continuo. Cabe sin embargo,
hacer algunas reflexiones.
En primer lugar, algunas de las directrices o perspectivas
mencionadas, como se ha indicado, presentan aún puntos de vista que se
encuentran en debate. Otras, no han sido lo suficientemente investigadas y es
necesario acompañar las propuestas curriculares con correspondientes propuestas
de investigación. Existe además otro aspecto sobre el cuál es necesario llevar
a cabo un análisis detallado y es el equilibrio entre los factores propuestos.
¿A qué aspectos darle más énfasis? ¿Cómo establecer interrelaciones que no
lleven a conflictos conceptuales o de visión en torno a la ciencia? ¿En qué
situaciones unos factores deberán apoyarse más que otros? Son preguntas que,
desde luego, no pueden resolverse sin la puesta en marcha de proyectos
curriculares y su análisis. Lo anterior obliga al desarrollo de la
experimentación que acompañe, de manera permanente, el proceso elegido y que
deje el espacio para la evaluación y, en su caso, la correspondiente corrección
del rumbo.
Conclusiones
El análisis y las perspectivas planteadas en este documento
corresponden a los enfoques que desarrollados a partir de la década de los
ochenta, cuando las investigaciones y las propuestas de enseñanza se orientaron
hacia el sujeto y no hacia las disciplinas. Los factores y problemas que se
analizan están en concordancia con una visión en la que el conocimiento es un
proceso que se construye en correspondencia con el desarrollo conceptual y de
habilidades de los estudiantes. Pero, además, atendiendo a la necesidad de dar
una nueva visión a la ciencia y a su aprendizaje. Este es un aspecto central de
las nuevas propuestas que pretenden incorporar o reincorporar la ciencia a la
cultura.
Los cambios producidos en la sociedad han llevado, como hacen
notar Young y Glanfield (Young and Glanfield 1998), a que la población de
jóvenes interesados en la ciencia se haga cada vez más reducida. Esto se debe,
en buena medida, a la percepción de contradicciones entre lo que la ciencia ofrece
y lo que ocurre en su enseñanza. Por ejemplo, la ciencia se promueve como
universal y potencialmente accesible a todas las personas y, lo que en realidad
ocurre, es que sólo unos cuantos tienen acceso a ella puesto que su
exclusividad y especialización, aunado a las formas tradicionales de enseñanza,
la aleja de esa población. Otra contradicción se presenta entre lo que la
ciencia ofrece como desarrollo de un pensamiento crítico e inquisitivo, y la
percepción de la mayoría de los estudiantes de que es un campo que sólo permite
la repetición y la estrechez metodológica. Una tercera contradicción radica en
que la enseñanza de la ciencia ofrece un conjunto de conocimientos básicos y
aislados contra la demanda de la sociedad de un desarrollo tecnológico sustentado
en una ciencia más integrada y compleja. Finalmente, una cuarta contradicción
se encuentra entre la ciencia que hace cada día nuevos descubrimientos y
desarrollos benéficos para la sociedad y los problemas e ineficacia que han
mostrado los científicos para combatir la contaminación y las consecuencias
perjudiciales para el medio ambiente.
Los retos que ahora se presentan para la enseñanza de la ciencia
son complejos al menos en dos sentidos. Por un lado, es necesario dar respuesta
a los cambios globales –cambios en la estructura laboral u ocupacional, cambios
en las formas de producción de conocimiento, cambios en las relaciones entre
aprendizaje escolar y no escolar, cambios en el conocimiento especializado y
aislado hacia uno más interrelacionado y contextualizado- y, simultáneamente,
es necesario dar respuesta a estos cambios a partir de una enseñanza de la
ciencia que requiere de un cambio profundo y radical.
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